Redactado por Fernando Xavier Rivas Zapata RZ232193
No fue un sueño; los muertos no sueñan. Pero sigo hablando
de ello porque, si no, ¿Cómo va a entenderlo la gente? Nadie ha regresado. No
de una muerte final. Solo yo.
Así que lo contaré como si hubiera sido un sueño y yo hubiera estado dormido.
En primer lugar, si hubiera estado dormido y hubiera sido un sueño (y ni yo lo
estaba ni lo fue), no habría querido despertar. Allí donde estaba, creo que
nadie habría querido despertar. Estabas tú, Sundance. El Viajero también; no
podía verlo, pero lo sentía. Ese sentimiento profundo e instintivo. La luz
blanca que se siente solo como amor. Formaba parte de todo lo que había
perdido, y allí estaba todo; esa sensación. Me había perdido en ella y… estaba
allí, con todo. Estaba en casa.
Entonces desperté.
Y estaba solo.
La última vez no estuve solo mucho tiempo. Te seguí de cerca en la senda del
olvido. Pero esos momentos sin ti fueron angustiosos.
¿Y ahora? ¿Aquí, sin ti? Es angustioso.
No sabía cómo iba a seguir adelante. No quería. Y pensé: "Aquí me detengo.
Ha llegado la hora de plantarme. Ya no queda nada para mí. Eso es todo".
Pero no tuve elección. La vida sigue, sea lo que sea la "vida". Nadie
te pregunta cómo quieres continuar ni te explica cómo hacerlo. Y, de todos
modos, daría igual, porque la corriente sigue. Te arrastra.
Continuaré sin ti, Sundance; tengo que hacerlo.
Pero seguiré preguntándome qué habría hecho si hubiera tenido elección.
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